Como todas las temporadas, a principios del otoño la propuesta es ofrecer lugares con servicios para los pescadores de flechas de plata, y si hay actividades extra, mucho mejor. Por eso, en esta ocasión visitamos a los titulares del predio Puerto Pilar, quienes a través de Diego nos permitieron disponer de un sitio más que propicio para disfrutar entre amigos pescadores a sólo 70 km de la Capital Federal. El día se presentaba nublado y con pronóstico de algún chaparrón, pero la corta distancia desde el centro hasta Pilar nos permitía desafiar el clima, por lo que no resistimos la tentación y hacia allí fuimos con Alberto Frontoni, Gastón Cimmino y quien en esta oportunidad fue nuestro guía, José Barrios, gran conocedor de este lugar como encargado del predio que es.
Puerto Pilar se compone de dos tosqueras, pero la pesca sólo está habilitada en una, que es la de mayor longitud: algo así como unas 70 hectáreas, hasta cuya mitad se puede llegar en vehículo. El emprendimiento se encuentra ambientado para los pescadores de costa, aunque también es posible embarcarse.
Hay sombra, chulengos, recipientes de basura y también bancos donde poder almorzar a un pasito del agua. La profundidad del espejo oscila entre los 5 y 15 m (en el centro de la laguna), y las aguas son claras, de color verde y muy cristalinas en todos los márgenes, sin vegetación emergente y muy nutridas de especies. Las más frecuentes según la época son las tarariras, San Pedro o cabeza amarga, carpas y, por supuesto, pejerreyes de todos los tamaños, en promedio medianos.
Primeros lances
A eso de las 9 de la mañana los dos botes que nos transportarían ya estaban en el agua. Armamos cañas de 4 y 4,30 m con reeles cargados con multifilamento de 0,17 mm. Como carnada utilizamos mojarra viva mediana y filet de dientudo del lugar y, como línea, paternóster con tres bajadas y anzuelos número 1, más líneas convencionales de pejerrey con 3 boyas y brazoladas de más de un metro. Al primer lugar que visitamos llegamos con un garete desde el pesquero hacia el centro de la laguna, hacia adonde el viento nos llevó. Dimos con varios dientudos, pero el encargado tenía un as en la manga que veríamos más tarde, porque a las 14 Diego nos esperaba con un rico asado en la costa, momento en que José nos manifestó: “Después de este asado les voy a mostrar las bondades de este ámbito”. Y realmente así fue.
En el transcurso de la mañana, dos embarcaciones con dos pescadores cada una alejadas entre sí unos 500 m para buscar diferentes alternativas, habíamos dado apenas con tres ejemplares de medida pescados a diferentes profundidades. A las tres de la tarde la ansiedad nos carcomía así que nos embarcamos nuevamente pero con un cambio: Gustavo y Joaquín Solapozzo, pescadores avezados de tarariras que nos habían cedido su embarcación a la mañana, decidieron ir por las taruchas en la modalidad bait, con carnada y spinning. Por su parte, Alberto y Gastón siguieron con la rutina de pejerrey hasta las cinco.

Volvieron Lobos y sus pejerreyes de peso
La jornada de pejerreyes fue buena: en 4 horas capturaron 6 ejemplares de medida como para poner de relieve las bondades del ámbito. Para no fallar, es importante saber leer el espejo e ir en busca de los mejores lugares. La cantera de Puerto Pilar es rectangular, con costas de barrancas muy altas y lugares de bajos en donde se realiza la pesca costera. Si la temperatura está alta (como pasó en este caso) hay que probar en el medio de la cuba, cerca de los árboles sumergidos y desplazando la embarcación lentamente para realizar un garete prolijo. Al momento de este relevamiento, el pejerrey se encontraba entre los 60 y 90 cm de profundidad, dando corridas muy aguerridas.

Abundantes pejerreyes en la tosquera Don Alberto
Tarariras por la tarde
Pasadas las 3, Joaquín armó sus señuelos híbridos y se acercó a la costa llena de árboles y raíces que bordea el pesquero. Allí las aguas son más claras y se veía cazar a la especie: el ámbito está lleno de carnada viva (sabalitos, mojarrones, dientudos, etc.). La primera tararira no tardó en llegar: Gustavo pudo izar un ejemplar pescando con boya plop y brazolada con líder de 70 cm de largo y profundidad, encarnando con dientudo autóctono. El juvenil de tarucha pesó 700 g. Por su parte, Joaquín iba derivando la embarcación hasta llegar a un lugar que siempre tuvo respuestas. El optó por una rana hibrida de color verde con la que obtuvo varios ejemplares más a 20 cm de profundidad.
Un dato a tener en cuenta es que ambas pescas las practicamos de embarcado con lanchas a motor, la única forma de llegar a los puntos de pesca. Recomendamos llevar señuelos con anti enganche debido a la vegetación, y boyas pera o plop, ya que el pescado es muy rápido, sigiloso y trata de ocultarse bajo las ramas. A modo de cierre, a muy pocos kilómetros de la Capital Federal encontraremos un ámbito ideal para la familia pescadora (para que los más chicos puedan aprender), donde no sólo hay pejerreyes, tarariras y otras especies de cuero, sino también tirolesa, cabalgatas, kayakismo, parapente y mountain bike para que todos disfruten de una excelente propuesta combinada.
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