Con el otoño en puerta fuimos en busca de un ámbito que vuelve a ocupar la agenda de los pescadores, tanto por su buena calidad como por la población de pejerreyes: Sauce Grande, en Monte Hermoso, previa charla con Pablo Bugni, conocido como el Colo, guía de pesca del lugar. Tras coordinar detalles, partimos para transitar los 650 km que nos separan de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por RN 3. El punto de encuentro sería Azul, donde ya me estaban esperando Gustavo y Martín Gregorini para –también– sumarse al equipo integrado por Brian y Gustavo Salvaneschi. Parte del viaje fue con bastante lluvia, algo que el pronóstico venía anticipando, pero eso no fue impedimento alguno para estos aficionados fanáticos a este deporte.
Punto de encuentro
El alojamiento estaba previsto en Monte Hermoso, en el barrio residencial Monte del Este, a dos cuadras de la playa y cinco del centro, propiedad de Ana y Bocha, quienes nos dieron la bienvenida al complejo –abierto todo el año– compuesto por amplios departamentos, piscina y todas las comodidades para alojar pescadores y familias. Para aquellos aficionados que deciden quedarse en grupo y realizar más de una jornada de pesca, el lugar cuenta con freezer para conservar las capturas. También se puede consultar por la limpieza y el fileteado del pescado.
Este espejo de agua de 700 hectáreas es –para los amantes de esta especie– uno de los santuarios que tiene la Provincia de Buenos Aires. En alguna temporada logró dar verdaderos trofeos que llegaron a superar los 2 kg de peso y los 70 cm de longitud. Además, es un reservorio de avifauna y un paraíso de pescadores, lugar ideal para safaris fotográficos y observación de aves. Su riqueza ictícola, particularmente el pejerrey, permite que aficionados y familias lo disfruten todo el año, porque a los grandes sectores con juncales emergentes se suman médanos que lo dividen del mar. Y, al igual que otros ámbitos, espera la caída de lluvia para volver a su nivel habitual. Si pensamos en variedad de pesca, lo habitan pejerreyes, dientudos y bagres.
La pesca y los equipos
En esta ocasión utilizamos cañas telescópicas y de cinco tramos desarmables, todas de 4,30 m. También, reeles frontales cargados con multifilamento del 0,12 mm y líneas convencionales de tres boyas en diferente gama de colores, aunque se destacaron las verde limón y negro, y blanco y negro. Anzuelos: N° 1/0. Y como carnada: mojarras vivas y filet de dientudo cortado en finas tiras al natural y teñido en colores amarillo y rojo (también rinde muy bien el verde).

Otoño pescando en aguas del océano Atlántico
Luego de navegar y llegar al lugar elegido por el Colo, comenzamos la mañana con un suave garete, las condiciones del viento nos permitían realizar cómodamente esta modalidad. Ni bien los aparejos cayeron al agua, los piques comenzaron al instante. Fue como si los pejerreyes nos hubieran estado esperando en ese rinconcito de la laguna. Los flechas, que iban desde los 25 a 40 cm con piques muy vigorosos, y lo más atractivo fue que logramos todas las piezas a flote, a unos 10 a 30 cm de la superficie. El Colo nos comentó que en cada jornada le sugiere a los pescadores ir clasificando las capturas para devolver a su hábitat natural todos los pejes de 25 cm o menos y también los que apenas sobrepasan ese tamaño. De esta forma nos damos el gusto de traernos piezas que superan la medida reglamentaria y le damos chance a la laguna de que los más chicos sigan creciendo y poblándola. Sin duda, los primeros intentos fueron totalmente fructíferos. Está de más aclarar que si hubiésemos levantado todo el peje obtenido en este primer intento, la cuota de 25 piezas por pescador se hubiese cumplido en un par de horas.
Activos y vigorosos
Ubicados en otro sector de la laguna, pero esta vez anclados, por mi parte decidí cambiar de aparejo, y rotar los modelos y colores de las boyas a fin de realizar un sondeo más a fondo del espejo. Fue cuestión de encarnar y volver a la acción inmediatamente, porque los piques allí estaban otra vez. No existió color o modelo de boya que opusiera resistencia, los piques no decaían. En los aparejos de Martín, Gustavo y Brian también se concretaban buenas capturas de pejerreyes, muy activos y vigorosos. Algo fantástico era ver cómo las boyas salían disparadas en superficie para un lado y para el otro, lo que sigue reafirmando la gran población que posee el ámbito por donde lo recorramos.

Volvieron Lobos y sus pejerreyes de peso

El pejerrey es la estrella del fin de semana
En este nuevo sector –puntualmente– los portes eran mucho más parejos, en su mayoría de 40 cm. Para hacer aún más tentadora la acción, optamos por agregar carnada más grande en los anzuelos, y para ello cortamos los filetes de dientudos en largas y finas tiras. Así combinamos en un mismo anzuelo una mojarra y una tirita de filet colgando, lo que daba movimiento y volumen a los encarnes. Y eso no falló, por el contrario, fue la clave tentadora para estos activos y vigorosos matungos que divisábamos en superficie, esos mismos que más de una vez jugaban con las boyas o el pilotín de las líneas, pero que esta vez concretamos y arrojaron entre 400 y 600 g de buena carne.
A las 12 del mediodía dimos por concluida la jornada: nos amenazaba una tormenta eléctrica bastante importante. Tampoco hacía falta quedarnos para concluir que en cada sector que recorrimos las respuestas de piques eran inmediatas, aunque también es cierto que no pudimos dar con esos grandes flechas que superan el kilogramo. Lo ideal para eso es tener buen viento, que la laguna esté súper oxigenada y que baje unos grados más la temperatura del agua. Todos argumentos para regresar pronto por la revancha, porque Sauce Grande vuelve a marcar tendencia en la agenda de los pescadores este 2025.
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