El iceberg más grande del mundo, el A-23A, lleva meses encallado cerca de la isla Georgia del Sur y está siendo erosionado a pasos agigantados por las olas y el verano austral, según un informe recientemente elaborado por el Centro Nacional de Hielo de EE.UU. (USNIC). El mismo da cuenta que, entre el 6 de marzo y el 3 de mayo de este año, el A-23A ya perdió más de 360 kilómetros cuadrados, lo que equivale al doble del tamaño de la ciudad de Washington DC, Estados Unidos.
Miles de fragmentos, muchos de los cuales superan el kilómetro de diámetro y son un gran y peligroso obstáculo para la navegación, lo rodean, generando una escena que, según explicaron desde la NASA, recuerda a una noche oscura y estrellada.

A-23-A: gigante blanco en vías de desaparecer
Este desprendimiento ha sido constante desde que el iceberg giró por el Pasaje de Drake en el año 2024 y, ahora, hay claros signos crecientes de fragilidad en su estructura, ya que, en el lado norte se detectó una franja de hielo roto causada por un repentino desgaste del borde, en tanto que la erosión por las temperaturas altas que reinan en la zona es cada vez más evidente. "A 55 grados de latitud sur, el témpano está lejos del frío antártico que lo conservó desde 1986", señalaron desde la NASA.
El desgaste del borde es uno de los tres tipos de desprendimiento que se observan en los icebergs y se caracteriza por la pérdida de pequeños trozos en múltiples puntos del borde, manteniendo la forma general. Otras formas son la fractura en fragmentos grandes o la desintegración total. "Sea cual sea el camino que siga el A-23A, el destino de este témpano es prácticamente incierto, por lo que la evolución de su estructura sigue siendo monitoreada vía satélite", agregaron los científicos.

Cabe destacar que más del 90 % de los icebergs antárticos siguen rutas similares: atraviesan el Giro de Weddell, bordean la Península Antártica y cruzan el Pasaje de Drake hacia el Atlántico Sur y, finalmente, todos se derriten, por lo que, lamentablemente, el A-23A parece tener el mismo destino, a pesar de su tamaño colosal. "Su estado actual refleja el impacto del cambio climático en estas gigantescas masas de hielo. Su futuro es incierto, pero cada vez más frágil", concluyeron desde la NASA.
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