El agua no da respiro en varios clásicos pesqueros bonaerenses

El brusco cambio climático que viene golpeando a distintas zonas de la provincia de Buenos Aires tiene en alerta a productores y autoridades, pero también a clubes de pesca y prestadores de servicios, que se ven imposibilitados de acceder a los pesqueros. Después de un largo periodo de sequía, algunos partidos recibieron entre 300 a 400 milímetros de lluvia en pocos días.  

Las abundantes precipitaciones de principios de temporada, allá por marzo, aquellas que provocaron fatídicos hechos en el sur de la provincia, recuperaron parcialmente algunos espejos. Tal es el caso de Chasicó, una laguna que recuperó más de 2 m de su cota. Aunque no llegó al ideal, el aumento fue considerable y permite ilusionar al pescador de cara al futuro. Ámbitos como el dique Paso de las Piedras o las cercanas a la zona de Pigüé y Coronel Suárez se vieron revitalizados con ese aporte hídrico. En cambio, las encadenadas de Guaminí se vieron muy afectadas, especialmente Alsina que se quedó sin acceso a uno de sus pesqueros emblemáticos, Don Ernesto, en la cola de la laguna, un punto al que hoy en día sigue sin poder llegar para pescar desde la orilla. 

Tanto aquellas lluvias como las recientes afectaron a una localidad que está sintiendo el rigor de las precipitaciones abundantes. Hablamos de Saladillo, ciudad que alberga a un destino pesquero por excelencia como la laguna Indio Muerto. Allí está el club de pesca local, una entidad que nunca baja los brazos y siempre está luchando con el clima. Hasta hace muy poco castigada por la sequía, ahora el agua imposibilita el acceso con un camino de ingreso intransitable y una inundación importante en todas las instalaciones. 

No sólo las lagunas se ven complicadas. El Salado muestra un panorama aterrador en algunos puntos, con importantes desbordes particularmente por Roque Pérez, zona que compartió imágenes sorprendentes a través de la Sociedad Rural local. “El agua volvió a desbordar cerca del Río Salado. ¿El motivo? El dragado quedó inconcluso”, señalaron desde CARBAP. La entidad remarcó que “esto no es solo una inundación”, sino también una consecuencia directa de la falta de planificación y de acción. En la misma línea, advirtieron que mientras las obras no se terminen, el campo seguirá pagando las consecuencias. La obra detenida comprende un tramo de 30 kilómetros entre Roque Pérez y el puente que une los partidos de 25 de Mayo y Lobos, considerado estratégico para el escurrimiento del agua en toda la cuenca. Los arroyos Vallimanca y Saladillo también se encuentran con rebalses, al igual que las emblemáticas lagunas de Lobos y Monte, ambas recibieron mucho caudal en los últimos días. 

La situación elevó el nivel en muchas lagunas que estaban complicadas, como las del partido de Junín, ya que tanto Gómez como Mar Chiquita van recuperando su cota. Hasta ahora, para estos ámbitos, el agua es una bendición, pero para otras, también es un problema. San Luis, en Bolívar, debió cerrar varias semanas y pudo volver a reabrir transitoriamente parte de su predio el fin de semana pasado. Pero en las últimas horas el agua volvió a imposibilitar el acceso. Hay que decir que, a pesar de los problemas, la laguna se elevó en el momento justo ya que hace muy poco se terminó la obra de la ansiada compuerta. Aunque en exceso, para ellos fue una alegría, a pesar de que eso significó sufrir en las instalaciones los embates de la crecida. 

Entre tantos ámbitos golpeados por la situación climática, otros esperan por una recuperación. Entre ellos, los ubicados en el corredor de ruta 2 que dan al Salado, espejos que aún están necesitados de elevar su nivel. Podemos citar a Chascomús, El Burro, Adela, Chis Chis, Monasterio y Las Barrancas, entre tantos otros que el pescador sueña con recuperar en esta temporada que asomó con registros pluviométricos mayores a otras.